La obra híbrida “Para Gobernar el Pánico” del Ensamble B, para tres
músicos y dos bailarines, es el resultado de un trabajo colectivo y
multidisciplinario de investigación basado libremente en la mitografía Sur Andina;
a través de lecturas del libro El Pez de Oro de Gamaliel Churata, la experimentación del movimiento magnético de la tierra y los cuerpos mediante la danza Butoh y la búsqueda de un sonido esencial, música o ruido, que emane del territorio, lugar,
espacio y color conocido antes como Qollasuyo.
El ensamble se reúne respondiendo a la inquietud colectiva de
investigar y crear una obra híbrida apelando principalmente a los elementos sensoriales y
estéticos que se desprenden al redescubrir la cosmología y mitologías territoriales,
con un fuerte énfasis en la fenomenología de un paisaje heredado e incompleto: ríos,
montañas, valles otrora parte esencial de una red orgánica y fundamental de modos
de habitar y concebir la naturaleza, que fueron de alguna manera invisibilizados
durante la colonia y chilenización.
Es inevitable en este ejercicio desarmarse y volverse a ensamblar, en un estado de
conciencia compartida, reparando en peculiaridades y no contraponer aquello
genéticamente aprendido, a saber, la episteme occidental; y aquello intuitivamente
aprendido, o percepción amplia del drama esencial espacio-temporal, es decir, la
vivencia; y reparar en los fragmentos de una colisión de mitografías, o en su
intersección dependiendo de las intensidades, en un continuum de bautismos y
exorcizaciones.
Así, el entorno, la geografía, el ecosistema, la corteza y todas las fuerzas (y leyes) que
emanen de ellos adquieren un protagonismo trágico, que buscamos traducir y
reinterpretar a través de nuestros cuerpos sensibles, que, para el caso, no son más
que antenas receptoras y replicadoras de resonancias en estado puro que, en
definitiva, es el público quien se encargará de transmutar.
¿Podemos en un acto performático irrumpir el campo síquico de la memoria y
revertir los arquetipos que condicionan fatalmente nuestras autonomías?
No basta con exonerar, ni re bautizar, ni menos demoler la pesada tradición occidental
en el territorio. Hay que transmutarla a través de sus propias bases arquetípicas, que
se hacen llamar eternas e inmutables, ancladas en lo más primitivo de la conciencia
humana. Pues bien, hay que propiciar un levantamiento síquico en contra del mito
helénico a través de nuestra capacidad nerviosa y sensible, aliarse a aquellos dioses
que de algún modo desafiaron el poder corrupto y ramificado del dios de los dioses, y,
en consecuencia, fueron duramente castigados por la eternidad; exiliados, caídos bajo
la corteza terrestre u olvidados. A ellos hay que liberar, inmortales, latentes, nuestros
aliados en la revuelta magnética del Axis Mundi, que se traslada del Olimpo a Los
Andes.